TEATRO
EN VENEZUELA EN LA PRIMERA DECADA DEL SIGLO XX.
Es prácticamente la continuidad
de lo que ocurría a finales del siglo pasado. En dramaturgía, encontramos en el
siglo pasado las mismas influencias literarias de la novela y la poesía:
neoclasicismo, romanticismo, costumbrismo y naturalismo. Los géneros más
comunes eran el drama, el sainete, la comedia, la tragicomedia y la zarzuela.
Estas tendencias las encontramos en el teatro de los anos 10, 20, 30 y 40
principalmente.
La mayoría de las obras eran escritas por
intelectuales (novelistas, poetas), como Rómulo Gallegos, Andrés Eloy Blanco,
Guillermo Meneses, Víctor Manuel Rivas, Aquiles Certad, Ángel Fuenmayor, Rafael
Bolívar Coronado, Leoncio Martínez (Leo) y otros.
Debido al hecho de que estos escritores
no eran gente de teatro sino intelectuales que escribían obras teatrales como
ejercicios literario o por afición las obras resultaban con grandes fallas
dramatúrgicas; en algunos casos no eran más que novelas dialogadas. A veces
tocaban temas rurales, otras veces escribían melodramas románticos y otras
veces abordaban temas históricos. Resultaban muchos más teatrales las
obras escritas por hombres de teatro como Rafael Guinand, Rafael Otazo,
Leopoldo Ayala Michelena o Luis Peraza. Estos eran autores, directores y
actores. Estaban incorporados a la práctica teatral, lo que
representaba una visión más cercana al hecho teatral.
De estos autores mencionados
son Ayala Michelena y Luis Peraza los que alcanzaron mayor éxito como
dramaturgos, y son los que iniciaron una transición hacia el drama moderno
venezolano.
Ayala Michelena, aunque sus obras son sainetes y
dramas costumbristas, logró acercarse a personajes con características
psicológicas y sociales. Por su parte, Luis Peraza profundizó esta tendencia
con obras costumbristas, pero con temas sociales y temas históricos. El período
de transición iniciado por estos dos autores lo completó César Rengifo, quien
abordó con mayor profundidad psicológica y social los personajes y escribió
obras de gran aliento y de lograda estructura dramática para convertirse en el
padre de la dramaturgia moderna de Venezuela.
En este período objeto de
estudios encontramos numerosos actores y actrices que alcanzaron fama nacional
e internacional. Tales son los casos de Jesús Izquierdo, considerado el actor
venezolano más culto de su época, y quien desarrolló su carrera
fundamentalmente en los escenarios de otros países.
Teofilo
Leal (1866-1940), gran
trágico que dedicó su vida al teatro, ya que comenzó su carrera a los 12 años y
terminó con su muerte a los 74 años de edad.
Antonio Saavedra, gran auto cómico, quien deleitó con su humor al
público de las primeras décadas de este siglo. Actor y empresario formaba compañía
y viajaba por todo el país con gran éxito.
Ramón Zapata, valenciano que llenó páginas de humor criollo, de
aquel teatro vernáculo de los años 30.
Rafael
Guinand (1881-1957) autor de
numerosos sainetes (El Rompimiento), actor versátil y empresario.
Emma
Soler (1868-1916),
considerada la más grande actriz trágica venezolana.
Presentación
Castillo (Tachón) gran actriz, madre del gran actor Fernando Gómez.
Luisa
Bonoris, gran actriz,
cantante de zarzuela, esposa de Antonio Saavedra.
Elvia
Hass de Zapata, pionera del
teatro y la radio en Venezuela.
Aurora
Dubain, excelente actriz del
teatro criollo, pareja inseparable de Saavedra
y Guinand. Falleció en los años 70.
Estos son algunos de los cientos
de pioneros del teatro criollo venezolano.
Generalmente los empresarios formaban compañías y
abrían temporadas en Caracas o en las ciudades del interior del país.
Las temporadas en Caracas se hacían en los
teatros más conocidos del momento Teatro Municipal, Teatro Nacional, Teatro
Calcano, El Olimpia, El Teatro Caracas o en El Principal, El Ayacucho, EL
Continental o en otros teatros convertidos luego en cines.
Los espectáculos teatrales que se montaban en esa
época eran melodramas trágicos españoles, de Echegaray, Benavente, o los
Hermanos Quintero, o los sainetes o dramas costumbristas de autores nacionales.
Para la época no existía el
oficio de director como lo conocemos hoy. Las obras las dirigían los autores o
los empresarios. Pero la dirección consistía en señalar entradas y salidas de
los actores, o recomendar una subida o bajada de tonos. Las escenografías consistían
en telones de tela o papel pintados. El teatro era una diversión parroquial,
donde la gente iba a ver su retrato, sin mayor exigencia que esa.
Paralelamente venían a Venezuela
grandes compañías de teatro, de opera y de zarzuela con repertorios de obras
universales.
Así transcurrieron las décadas hasta que en 1942 se
produjo el intento de organizar el teatro en la Sociedad de Amigos del Teatro,
en la que se incorporaron los escritores más famosos de la época, y los hombre
de teatro como Luis Peraza, Leopoldo Ayala Michelena, Eduardo Calcaño, Carlos Salas
(escenógrafo e historiador), Tomás Henríquez y muchos más que se
incorporaron más tarde al movimiento del nuevo teatro venezolano. Esta
asociación duró hasta 1946, año en que se disolvió entre otras razones por
falta de apoyo económico.
Es necesario reseñar aquí el
hecho de que Luis Pereza Fundó en 1936 el Teatro del Pueblo, grupo dependiente
del Ministerio del Trabajo, que fue uno de los grupos más estables del país,
transformado en 1958 en el Teatro Nacional Popular bajo la dirección de Román
Chalbaud.
En 1945, el mismo Luis Peraza
fundó el Teatro Universitario de la UCV cuya continuidad interrumpida llega
hasta hoy.
Otro hecho que merece ser destacado es que en 1946 el
dramaturgo Manuel Rivas Lázaro fundó una escuela de teatro con características
de taller en el Ateneo de Caracas, organización que había fundado anos atrás la
compositora María Luisa Escobar. En esta escuela, que funcionaba en La Casa
de Bello, Rivas Lázaro realizó por primera vez en Venezuela ejercicios de
actuación según el Método de Stanislavski. Para la época los únicos que tenían
en sus manos un actor se prepara de Stanislavski, eran Luis Peraza y Manuel
Rivas Lázaro.
TEATRO
NACIONAL
En los primeros anos del presente siglo y durante el
gobierno del General Cipriano Castro, se decretó la construcción de un nuevo
teatro para Caracas, en virtud de que hacia falta para que autores y actores
venezolanos encontrasen el medio adecuado para exhibir sus habilidades y
expresar el fruto de su inteligencia, según el Decreto del Ejecutivo que lleva
fecha 23 de junio de 1904. Este nuevo coliseo se denominó Teatro Nacional, con
intención, seguramente, de acentuar su origen y propósito nacionalista.
Parece ser, según consta las crónicas de la época,
que agotados todos los esfuerzos de Don Cipriano Castro para adquirir el Teatro
Caracas, mediante repetidas ofertas hechas a sus dueños, señores Boccardo y
Ramella, dispuso la edificación de la nueva sala.
Tomaron parte en la construcción
del edificio el arquitecto Alejandro Chataing, autor de los planos y a quien se
le encomendó la ejecución y dirección de la obra; el afamado pintor Antonio
Herrera Toro, el escultor español Angel Cabré y el maestro ebanista venezolano
Jesús María Jímenez. Se construyó el edificio cuyo estilo fue definido como
correspondiente a la arquitectura moderna francesa sobre un terreno adquirido
en veinte mil bolívares, con una superficie total de un mil trescientos diez
metros cuadrados distribuidos así: vestíbulo; y el escenario, cuatrocientos
ochenta y cinco metros cuadrados.
La fachada principal del teatro
se compone de dos grandes pilones formados como elementos corintios y la
tragedia, ornamentación que realizó el escultor Cabré. Las fachadas laterales
son del mismo estilo: los cimientos se hicieron de concreto; los muros de
mampostería, ladrillos y morteros de cal y cemento, el armazón interior de
hierro; el techo de hierro doble galvanizado, y el pavimento de madera y
mosaíco. Todo el edificio esta encadenado razón por la cual el teatro no sufrió
con el terremoto de 1967.
La sala principal en forma de
herradura, tiene quince metros de diámetro y está compuesta por tres pisos,
donde se distribuyeron las localidades, aptas para recibir ochocientas setenta
asistentes. El plafón central del techo de la sala está compuesto por cuatro
grandes cuadros, pintados por Antonio Herrera Toro, que representan: La danza,
la música, la comedia y la tragedia. Además de la sala principal, Herrera Toro
decoró también la sala de espera y el foyer; el maestro ebanista Jiménez
trabajó en lo que es el vestíbulo y otras dependencias del teatro.
La inauguración del Teatro
Nacional se efectuó con toda solemnidad la noche del 11 de junio de 1905,
mediado pocos días de diferencia, a un ano de la fecha en que decretada su
construcción. La hora fijada para su inauguración fue las ocho y media de la
noche. El orden del espectáculo fue como sigue: Honores al Presidente de la
República, General Cipriano Castro, con el Himno Nacional de Venezuela,
interpretada por la orquesta y toda la companía. A continuación Poesías del
celebrado autor Don Heraclio Martín de la Guardia, dedicada al General Castro.
La segunda parte de la función fue con la zarzuela El Relampago, finalizando el
espectáculo con el estreno del baile La Maja y el Señorito, interpretado por el
maestro Pericet y el cuerpo de baile de la compañía. La agrupación artística
que inauguró el Teatro Nacional fue la Compañía Española de Zarzuela, Opera,
Opereta y Baile Argudin y Otazo. La asistencia fue nutrida, presidida por el
General Castro, sus Ministros y un numeroso público, que asistió mediante
estricta invitación.
EL Teatro Nacional surgió cuando
el Teatro Municipal llevaba un cuarto de siglo de existencia. El Teatro Caracas
tenía veinte anos de construido. Es de recordar que este desaparece en 1919
debido a un incendio que lo devoró, estaba situado entre las esquinas de Veroes
a Ibarra.
Vale la pena recordar los músicos que integraban la
orquesta que actuó en la función inaugural figuraban los profesores Vicente
Martucci, Francisco de Paula Magdaleno, Manuel Lagonell, Pedro Arcilago,
Leopoldo Montero, Pedro Izquierdo y otros.
En el año 1949 se ordenó por
parte de la Gobernación del Distrito Federal, la realización de trabajos
urgentes de reparación que necesitaba el teatro desde hacia varios anos. Entre
otras cosas se dotó de nuevos asientos que se realizaron acá en Venezuela. Se
instalaron servicios sanitarios para todas las localidades y servicio e agua
potable. Se habilitó el foso y se agrandó el cupo, quedando de esta manera
notablemente este Coliseo de Cipreses.
El teatro Nacional tiene una trayectoria muy
interesante. Allí se estrenó La viuda alegre, la inmortal obra de Franz Lehar,
a muy pocos anos de su estreno en Europa (1909), con un reparto que incluía a
dona Luisa de Bonoris, en el papel de Ana Galavaris; el famoso barítono
Morales, como el Conde Danilo. Adelina Farinos como la Valenciana; el tenor
Paulino Victoriano, encarnó a Camilo de Rosillón, completando el reparto el gran
actor cómico Manolo Puertolas que interpretó el papel de Negus. Luisa Bonoris,
anos más tarde contrajo matrimonio con nuestro primer actor Antonio Saavedra,
conquistó desde entonces la admiración de nuestro público.
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